Después de muchos año, este martes he vuelto a visitar la hermosa Berliner Dom y he disfrutado enormemente recorriendo sus espacios, leyendo sus historias y a pesar de los cientos de escalones y el frío viento que corría, subiendo a su cúpula para admirar la hermosa vista en 360° del centro histórico de Berlín.
Una de las cosas más interesantes de este templo es que no la podemos llamar Catedral de Berlín, lo cual siempre es difícil de explicar. Primero que nada, este edificio pertenece a una congregación de 1500 personas y no a la ciudad de Berlín. Es por esta razón que para visitarla hay que pagar una entrada de 7€ por persona para poder darle al edificio la manutención que necesita y que tiene un costo aproximado de 15000€ diarios!
Otra razón por la cual no debemos llamarle catedral es por que es un templo protestante y no católico. En torno al altar, a su derecha e izquierda, podemos ver las esculturas en piedra arenisca de los grandes reformistas europeos: Zwingli, Calvino, Melanchthon y por su puesto Lutero.
Este Duomo de Berlín fue construido sobre una pequeña catedral barroca en la época del kaiser Guillermo II e inaugurada en 1905. Gran parte del altar principal es original de la catedral anterior. Durante la segunda guerra mundial sufrió grandes destrozos y el más grande fue en 1944 cuando una bomba incendiaria cayó directamente en la cúpula y la destruyó. La cúpula se quemó por completo y al derrumbarse destruyó gran parte del interior de la iglesia y sus tumbas.
El Duomo quedó sin cúpula hasta que en 1975 empezaron los trabajos de reconstrucción que fueron completamente terminados recién en el año 2002.
Cuando uno visita este lugar debe poner especial atención en las ventanas del Altar. Son tres ventanas y representan el nacimiento, crucifixión y resurrección de Jesús. Estas ventanas están iluminadas solo por luz natural, por lo cual es recomendable visitar el Duomo cuando aún es de día.
Del mismo artista de las ventanas, Anton v. Werner, tenemos los ocho mosaicos de la cúpula que son realmente hermosos.
Y de todo el Duomo mi lugar favorito es el angosto pasillo exterior alrededor de la cúpula. Para llegar allí se debe subir 270 escalones, pero la vista es una gran recompensa.